jueves, 14 de junio de 2012


Colegio de Bachilleres de Chiapas
Plantel  06   Reforma

Asignatura
Estructura socioeconómica de México

Alumnos
Desiderio rosado sanchez


Grado   4º    Grupo  “e”

Trabajo
Blog: Normas y competencia


Catedrática
Graciela Carballo Ramírez

lunes, 11 de junio de 2012

comercio justo en mexico


El comercio justo llegó a México en la década de los ochenta. En aquellos días, el objetivo principal de este esquema comercial era lograr mejores condiciones para los productores de café que hasta entonces estaban en manos de los “coyotes” o especuladores. La perspectiva del comercio justo incluía tanto el aspecto social como el económico, a fin de resultar en una vida más digna para quienes trajababan en el campo mexicano.
Tres décadas más tarde, el comercio justo aún representa aquellos ideales. Pero además, productores, funcionarios del Gobierno y organizaciones de la sociedad civil entrevistados por Deutsche Welle en México coinciden en que el comercio justo se enfrenta a nuevos dilemas como el incremento de la productividad, el cumplimiento de normativas originadas en el exterior y, en un plano principal, los efectos del cambio climático. También hay problemas distintos según el producto del que se trate.

El café orgánico, fruto de la producción libre de pesticidas y químicos.

El caso del café
„Lo que decía el coyote lo tenías que hacer. Forzosamente uno tenía que cumplir porque si no, te podía quitar hasta tu terreno. Eso pasaba sobre todo con los abuelitos que no se sabían defender“, recuerda Francisco García, productor indígena de café en la Sierra Nororiental de Puebla, México.
El comercio justo rompió este círculo vicioso con el pago de un sobreprecio a los productores, a cambio de cumplir condiciones como el respeto a la ecología y el trato digno a los trabajadores. Tales condiciones son certificadas por organismos mexicanos como Certimex, u otros con sede en el extranjero.
Además, llenar otros requisitos implica el pago de un premio social y un premio ecológico. Tales ganancias se reinvierten en obras sociales para el beneficio de las comunidades. Un punto central es la autogestión. Ésta ha permitido que los productores mismos se hagan cargo de su desarrollo. Para ello, muchos se organizaron en cooperativas como Tosepan Titataniske, en la localidad serrana de Cuetzalan.
“Afortunadamente, el trabajo de las organizaciones ha rendido frutos”, dice Eduardo Rojo, de la asociación civil mexicana Comercio Justo. “Hoy encontramos organizaciones fortalecidas cuyos procesos van contribuyendo de manera firme a las metas que se propusieron los propios fundadores de este movimiento”, agrega.
Los problemas fundamentales, en efecto, parecen resueltos. “Hoy nos sentimos bien porque podemos decir que nuestro producto está certificado”, señala Jaime Cortés Pérez, indígena de la etnia totonaca que es productor de café en Puebla. Al producir de manera orgánica, libre de todo desecho tóxico o contaminante, Cortés y miles de productores mexicanos consiguen la certificación, que es garantía de un precio justo por su producto.

El café y la miel son pilares del comercio justo en México.

Los dilemas del comercio justo con el café hoy son otros. Uno radica en la fluctuación del precio del café. En los últimos años el precio ha oscilado entre un piso de 77.48 y un máximo superior a 200 dólares por cada cien libras.
Junto a esto aparece el reto monumental del cambio climático. Una helada ocurrida a principios de 2010 afectó gravemente la producción. “Los daños provocaron que el acopio de café cayera a los niveles de 2005”, afirma Emiliano Salazar. “A partir de esto aprendimos que es bueno prever porque el clima está cambiando de manera muy fuerte”, agrega Leonardo Durán, de Tosepan Titataniske.
El principal comprador del café producido por la cooperativa es la empresa GEPA (Casa del Comercio Justo), con sede en Wuppertal, Alemania. En 2009, Tosepan Titataniske exportó 670 sacos de café orgánico bajo condiciones de comercio justo. 62 por ciento de ese total fue adquirido por la GEPA.

Originalmente el término de «Comercio justo»1 fue empleado para circunscribir la comercialización de productos de pequeña/os productores de zonas y países marginados, bajo condiciones que fueran menos desfavorables a éstos, apoyada por la/os consumidores solidarios.
En el transcurso de las dos últimas décadas, el término Comercio Justo se ha convertido en un concepto del tipo «paraguas», que alberga muchas formas de comercialización con objetivos que rebasan el ámbito comercial mismo.
«Comercio Justo México, A.C.», a su vez, se ha empeñado en el desarrollo y la promoción de esas estrategias de Comercio Justo que ofrezcan una solución tangible a la problemática que viven cotidianamente la/os pequeños productores de México.
El «Comercio justo» no es un concepto estático. Fue creado como medio para lograr ingresos más dignos para la/os pequeños productores en aras de un proceso de desarrollo autogestivo y sustentable. El principal parámetro para la evaluación de los diferentes modelos de «Comercio justo» deberá ser, entonces, la medida en que ayuden acercar este fin.
A la/os pequeños productores el concepto de «Comercio justo» ha servido de manera importante para generar una identidad propia ante la/os consumidores, lo cual ha permitido comercializar volúmenes importantes a precios dignos.
Hoy día, en México, los pequeña/os productores2 luchan por la innovación, profesionalización y masificación de los esquemas de «Comercio justo», cuidando que no se pierda la identidad de la/os pequeños productores ante el mercado. El «Comercio justo» se erigió a partir de una brecha que fue abierta por la/os pequeños productores apoyados por la/os consumidores conscientes. Ahora la/os pequeños productores están construyendo los primeros carriles de la gran vía de «Comercio justo», como una de las pocas alternativas para la generación de perspectivas dignas.
A los pequeña/os productores no les queda otro camino. Buscan, sin embargo, aliados en esta lucha. Los principales aliados son la/os consumidores. A ésta/os, se les invita a reflexionar sobre el trasfondo social y ecológico de los productos que consumen todos los días. Se les invita a ejercer sus derechos a la información sobre estos productos y a ejercer su poder de elección. La/os consumidores tienen en el «Comercio justo» la posibilidad de practicar su poder como ciudadano fuera de los tiempos electorales del sistema político.
En este artículo haremos un recuento de la evolución del concepto de «Comercio justo» y los alcances de sus diferentes modalidades, tanto a nivel internacional, como en el marco de las actividades y estrategias de «Comercio Justo México, A.C.» No pretende agotar todas la formas de «Comercio justo» que existan, sino fungir como introducción a los éxitos y limitaciones del movimiento internacional del «Comercio justo». Creemos que es de suma importancia que se difunda en México, particularmente entre los organismos civiles y movimientos sociales, un mayor conocimiento sobre el «Comercio justo» como una arma alternativa digna para revertir procesos de destrucción económica, social, cultural y ecológica. La/os pequeños productores de este país necesitan el apoyo de todas las organizaciones civiles en la gran tarea de conscientizar al consumidor sobre el trasfondo de los productos que consumen y sobre el poder que tiene cada consumidor para cambiar el mundo comprando.
El «Comercio justo» es una respuesta a una problemática específica. Para poder hablar del sentido y la importancia del «Comercio justo» es indispensable hablar en primer lugar de la problemática que dio origen a este modo de comercialización atípica.

La problemática

La problemática comercial de la/os pequeños productores no nace con el neoliberalismo, ni con el reciente proceso de globalización económica. Los esquemas de comercialización convencional han sido construidos en la explotación de la/os pequeños productores y la/os consumidores del mundo desde tiempos inmemorables.
Actualmente la/os pequeños productores mexicanos viven una realidad comercial particularmente cruda, marcada por la enorme desigualdad entre las fuerzas del mercado. Las reglas actuales del mal llamado «libre mercado»3 hacen que pequeña/os productores mexicanos con bajos niveles de productividad pero con altos niveles de calidad, sustentabilidad social y ecológica tengan que competir en el mercado con productores y comercializadores extranjeros y/o transnacionales con altos niveles de productividad y bajos niveles de calidad, sustentabilidad social y ecológica.
Aunado a esto, en el actual contexto comercial global, los precios de muchos productos que producen la/os pequeños productores mexicanos han ido perdiendo la relación directa entre su valor intrínseco, es decir, su costo integral de producción4. Este sistema se ha justificado por la supuesta autorregulación de la oferta en respuesta a la demanda. Este precepto de la autorregulación no toma en cuenta el efecto distorsionador de la especulación, ni el control del mercado por fuertes empresas de intermediación, ni el carácter «inflexible»5 de la economía de la/os pequeños productores.
En la medida en que la/os pequeños productores se vean obligados a participar en el mercado bajo estas reglas y realidades, tienen que buscar formas diferentes de llevar sus productos a la/os consumidores y obtener condiciones comerciales justas para sus productos.
El tema comercial cobra suma importancia si consideramos que una recompensa justa del trabajo de la/os pequeños productores les permite obtener ingresos dignos y responsabilizarse de su propio proceso de desarrollo. Sin soluciones a la problemática comercial, a los productores les quedan pocas opciones.
Algunos optan por apostarle a la vía política e incluso la político-militar (movimientos guerrilleros) para tratar de encontrar una solución a sus problemas6.
Muchos productores que han visto perder las perspectivas para la sobrevivencia digna en sus regiones optan por la migración para convertirse en mano de obra explotada en otras regiones del país o en los Estados Unidos, con todas las consecuencias que de ahí se derivan.
Una muestra de la gravedad de la situación actual es el reciente auge de la migración en zonas tradicionalmente con un índice muy bajo de migración; particularmente las zonas cafetaleras de Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Puebla, Veracruz y otros estados que tienen una fuerte presencia de pequeña/os productores de café.

El origen del comercio justo

Podemos distinguir en diferentes fases, conceptos y modalidades de «Comercio justo» que se han presentado en el pasado.

El inicio: Las «Organizaciones de Comercio Alternativo» y las «Tiendas del Tercer Mundo»

En las décadas de los años sesenta, setenta y ochenta del siglo veinte, se gestaba un mercado con diferentes adjetivos: «alternativo», «solidario», «equitativo» o «justo». Se trataba regularmente de organismos civiles (las llamadas «OCA»7) en los países occidentales que habían incurrido en la comercialización de productos de pequeña/os productores de países con alto grado de marginación. Estos productos, de múltiples marcas8, se comercializaban generalmente a través de las llamadas «Tiendas del Tercer Mundo». Se trataba igualmente de café de Nicaragua, té de la India o artesanía mexicana.
Este tipo de comercialización fue el primer intento por promover en el consumidor una actitud de responsabilidad social y económica hacia el productor y su problemática. Las tiendas funcionaban muchas veces con personal voluntario altamente motivado. Sin embargo el sistema tenía muchas limitaciones en cuanto a su significado como instrumento de distribución. En el caso del café, el volumen que se lograba colocar en el mercado a través de estas tiendas era mínimo en el contexto del mercado de café en general y de los niveles de producción de la/os pequeños productores involucrados. Las posibilidades de ampliación de este mercado eran muy limitadas considerando la limitada red de distribución y la imagen de mala calidad que tenía la mayoría de sus marcas.

competencias en educacion


De manera muy breve, este artículo presenta algunas aportaciones a nivel internacional sobre el tema de las competencias en la educación superior que reuní en un breviario titulado Educación basada en competencias: algunas nociones que pueden ayudar a que se posibilite el cambio, estudio que me llevó varios meses de trabajo debido a que en nuestro país, hasta hace muy poco tiempo se desconocía o era poco el material escrito acerca del tema.
      Sin pretender llegar a conclusiones, únicamente deseo aportar algunos aspectos que son el resultado de mi investigación. Incluyo los apuntes de las profesoras Margarita Tinoco y Martha Uribe, quienes después se unieron a este esfuerzo que más tarde derivó en un seminario llevado a cabo en el Centro de Desarrollo Educativo UIA Santa Fe, reuniendo a importantes académicos: Hilda Patiño, María García, Estrella Piastro, Araceli Delgado y Laura Mejía, entre otros.
      Me referiré solamente a algunos elementos básicos de las competencias, que puedan ser de utilidad para los profesores en el nivel superior de enseñanza.

El concepto de competencia
Si enfocamos las competencias desde el ámbito de la economía global, se les puede interpretar como un aspecto del behaviorismo (conductismo). Sin embargo, si encauzamos las competencias a partir del sello que caracteriza a la Universidad Iberoamericana, el humanismo cristiano, y las situamos dentro del pensamiento crítico, pueden llegar a ser un avance muy positivo en la educación.
      Competencia indica capacidad y en el presente siglo, dentro de un mundo globalizado, nos guste o no, éste será un criterio importante con el que todos seremos medidos. El proyecto de la educación basada en competencias nace a partir de las nuevas tecnologías, ya que éstas han generado tal cúmulo de información que la vida entera no nos alcanzaría, no sólo para leerla, sino para al menos ojearla. De aquí que la época que vivimos actualmente haya sido llamada la "edad de la información".
      La incertidumbre e inquietud se acrecientan a medida que nos encaminamos hacia la transición a una sociedad global, en la que sabemos que los nuevos medios cambiarán nuestras vidas. Por ello es muy importante que estemos preparados para ofrecer a nuestros alumnos los instrumentos que les permitirán enfrentar su propio futuro.

La sociedad de la información 
Vivimos en una época en que la información aplicada a las esferas de la producción está revolucionando las condiciones de la economía, el comercio, las bases de la política, la comunicación mundial y la forma de vida y de consumo de las personas. Este ciclo ha sido llamado la "edad de la información" debido a que es la información la que ahora rige en la economía de todo el mundo.
      La sociedad industrial se sustentaba en el uso de los recursos clásicos de la economía; ahora, la sociedad de la información se fundamenta en el capital humano, reforzado por las nuevas tecnologías. Hoy el conocimiento se renueva cada cinco años y en ese lapso se genera más información que en todos los cientos de años previos; esta transformación conduce a que la educación se plantee de manera diferente, puesto que el desarrollo de las nuevas tecnologías ha ampliado las fronteras y transfigurado el proceso de enseñanza­aprendizaje. 


El propósito de esta ponencia es analiza, la situación que caracteriza esta nueva época
donde se ha transitado por la construcción de competencias como una nueva cultura
académica capaz de promover liderazgos que coincidan con la nueva sociedad del
conocimiento. Así como, de nuevas iniciativas, de una reorganización de programas
existentes y de procesos que ayuden a construir competencias. Según este enfoque se opera
en la práctica educativa con las concepciones elaboradas por las propuestas curriculares por
competencias, sobre dos componentes fundamentales del proceso docente-educativo: el
aprendizaje y el conocimiento
Palabras Claves: competencias, currículum.
La educación basada en competencias requiere de una nueva orientación educativa que de
respuesta a un contexto actual, el concepto de competencia1, tal y como se entiende en la
educación, resulta de las nuevas teorías de cognición (inteligencias múltiples) y
básicamente significa saberes de ejecución.
En 1998 la UNESCO expresa en la Conferencia Mundial sobre la Educación Superior, que
es necesario propiciar el aprendizaje permanente y la construcción de competencias
adecuadas para contribuir al desarrollo cultural, social y económico de la sociedad.
Asimismo, ha señalado que las principales tareas de la educación superior han estado y
seguirán estando ligadas a cuatro de sus funciones principales:
• Una generación con nuevos conocimientos (las funciones de la investigación)
• El entrenamiento de personas altamente calificadas (la función de la educación)
• Proporcionar servicios a la sociedad (la función social)
• La función ética, que implica la crítica social.
La Educación Basada en Competencias
La educación basada en competencias, lejos de ser una educación atomizada, de corte
conductual y fragmentada, tiene ventajas que inciden significativamente en diferentes áreas
del proceso educativo, abriendo perspectivas más dinámicas, integrales y críticas.
1 Disponer de los conocimientos, destrezas y aptitudes necesarias para ejercer una profesión, que puede
resolver los problemas de forma autónoma, flexible y que está capacitado para colaborar en su entorno
profesional y en la organización del trabajo. La UNESCO la define en (1996) como: Una competencia es el
conjunto de comportamientos socioafectivos y habilidades cognoscitivas, psicológicas, sensoriales y motoras
que permiten llevar a cabo adecuadamente un desempeño, una función, una actividad o una tarea.
La educación basada en competencias es una nueva orientación educativa que pretende dar respuesta a la
sociedad del conocimiento. El concepto de competencia, tal y como se entiende en la educación, resulta de las
nuevas teorías de cognición y básicamente significa SABERES DE EJECUCIÓN.

normas de competencia


Normas De Laboral De Empresas.-
Son generadas por y para una en particular. Solo tienen valor al de la empresa.

Normas De Competencia Laboral De Asociación.- Son válidas para un determinado grupo o corporación de .
Normas De Competencia Laboral De Carácter Nacional.-
Son aplicables a todas las empresas de un mismo sector.


DESARROLLO DE LA COMPETENCIA Y SU NORMALIZACION.-
Dado que la Competencia Laboral expresa el saber, el saber hacer y el saber ser de un individuo, lo que significa combinar conocimientos, habilidades (intelectuales y sociales) y destrezas en el desempeño de una función productiva, ésta no puede derivarse del análisis ocupacional tradicional (que consiste en identificar y enunciar tareas por puestos de trabajo), sino que es necesario aplicar un método que permita destacar las relaciones entre las funciones y actividades que constituyen una función productiva.
Este método es el Análisis Funcional, que consiste en aplicar un enfoque que va de lo general a lo particular para identificar las relaciones que se van generando entre los propósitos, funciones, unidades y de competencia de una función productiva. Con el objeto de facilitar el de las Normas, se recomienda la utilización de la metodología del Análisis Funcional basada en un enfoque INSUMO-PRODUCTO.
Los elementos esenciales de esta metodología son los siguientes:
Para la identificación de las Funciones de cada Area Funcional se considera que cada de los Productos o Servicios generados constituye una función; las funciones así identificadas serán, en general, de carácter específicos (técnicas). A nivel de cada Area Funcional se pueden identificar también funciones de carácter genérico (planificación, dirección, control, supervisión, coordinación, etc.)
  1. A cada función corresponde un Proceso. Estos procesos se analizan utilizando una metodología Insumo-Producto, mediante la cual se identificaran todas las actividades necesarias para su ejecución. Estas actividades se agrupan con el fin de definir los Procedimientos.
Entendiéndose por Proceso.- Un conjunto de procedimientos afines entre sí, cuya amplitud permite identificar claramente un producto o servicio determinado, en términos de calidad, cantidad o volumen, costo y tiempo.
Entendiéndose por Procedimiento.- La actividad que realiza una persona mediante una combinación y conversión adecuada de insumos para la obtención de un resultado o un producto intermedio de un proceso.
  1. A nivel de funciones (procesos) se definen las Unidades de Competencia
A nivel de procedimiento se definen los elementos de Competencia. En virtud de que los Elementos de Competencia reflejan y enuncian lo que el individuo es o debe ser capaz de hacer, es necesario, para fines de normalización, incorporar componentes de referencia normativa: Los criterios de desempeño, los de aplicación, etc.
http://www.ask.com/videos/watch-video/norma-cnica-de-competencia-laboral-ntcl/_NLYS-qCy6exszn5CGPY4w
 Dado el interés que despierta todo lo referido a la alfabetización informativa, se considera relevante disponer de una metodología para la creación y evaluación de las competencias en información dentro de un sistema normalizado. La presente propuesta tiene el objetivo de mostrar la posibilidad de adecuación y aplicación del enfoque de competencias laborales en el campo de la información.
Actualmente no existe consenso en cuanto a la definición de competencia laboral. No obstante, generalmente se define ésta como una capacidad efectiva para llevar a cabo exitosamente una actividad laboral plenamente identificada. La competencia laboral no es una probabilidad de éxito en la ejecución del trabajo, sino una capacidad real y demostrada. En México, el Consejo de Normalización y Certificación de Competencia Laboral (CoNoCer), se refiere a ella como el documento elaborado por un Comité de Normalización de Competencia Laboral en consenso con el sector productivo correspondiente, aprobado por el CoNoCer y sancionado por los Secretarios de Educación Pública y del Trabajo y Previsión Social, que establece para uso común y repetido en todo el territorio de los Estados Unidos Mexicanos las características y las directrices para la evaluación de la capacidad o competencia laboral.
Antes de abordar con detalle lo que son las competencias en información, se presenta una revisión de los conceptos alfabetización en información, normalización y competencias, con el propósito de disponer de un marco teórico y de los elementos de contexto para su mejor comprensión.

1.1 Alfabetización en información

El desarrollo y uso intensivo de las tecnologías de la información ha propiciado una diversificación e incremento2 sin precedentes de la información disponible, tanto en formato impreso como en formato electrónico. No obstante, este incremento no se acompaña de mecanismos de control de calidad, ni de elementos para asegurar mayor precisión en su representación y organización. Lo anterior crea el riesgo de que la información valiosa se pierda entre otra que resulta obsoleta, redundante, imprecisa, tendenciosa o mal estructurada, lo que se vuelve un verdadero problema si se carece de la formación para la gestión de este recurso.
Apenas se empieza a aceptar que el poder no radica en la disponibilidad de grandes volúmenes de información, sino en su valor intrínseco, en combinación con la capacidad para su explotación y aplicación. El valor de la información es difícil de definir. En algunos casos tiene extrema importancia y en otros carece de utilidad; esto se debe, en parte, a que la información está relacionada con el sujeto, es él quien puede aportar significados y convertirla en conocimiento. El desarrollo de sus habilidades informativas contribuye a dar a la información un mayor valor instrumental.
Alfabetización en información corresponde a la traducción literal de information literacy, un término utilizado en los países angloparlantes para referirse a una diversidad de competencias que van desde la capacidad de usar la información para resolver problemas, diseñar y aplicar estrategias eficientes de búsqueda de información, i operar con las herramientas prácticas y conceptuales de la tecnología de la información para ubicar, acceder, procesar y diseminar la información, hasta la capacidad de convertir información en conocimiento.3
De la revisión de la literatura latinoamericana referida a la formación del usuario en el uso de los recursos de la información, se advierte una preocupación del medio bibliotecario, principalmente en cuanto a la necesidad de desarrollar nuevas habilidades informativas,4 pero no existe el mismo consenso para utilizar el término alfabetización informativa para referirse a este proceso. Otros especialistas se refieren a él como educación para los medios, alfabetización digital, aprender a aprender, alfabetización mediática, alfabetización tecnológica o pensamiento crítico.
Para fines de este trabajo se acude a las experiencias en alfabetización informativa, aunque se evita la discusión acerca de la pertinencia del uso de dicho término en nuestro medio, lo cual no tiene la intención de restarle importancia sino que se deja para otros espacios,5 de tal manera que se atiende la necesidad de generar nuevas competencias para responder a los problemas de la sociedad de la información a partir de la aplicación de la metodología empleada en el enfoque de competencias laborales.
El término alfabetización en información tiene diferentes acepciones. No obstante, todas ellas parten del reconocimiento del potencial del usuario para adquirir el control sobre los recursos de la información mediante el desarrollo de sus habilidades y conocimientos en la gestión de la información. Algunos países han creado sus modelos de “normas de alfabetización en información” que se destinan a orientar al desarrollo de programas de formación así como servir de referentes para evaluar su posesión o nivel de dominio.
La carencia de habilidades para identificar la información de valor o el desconocimiento de los métodos y las técnicas de búsqueda y recuperación representan una desventaja6 para nuestras comunidades frente a los avances logrados por aquellos países que han dado una atención prioritaria al desarrollo de las normas de alfabetización en información. Una posible solución sería la adopción acrítica de lo que otros han hecho para una realidad distinta a la nuestra.7 No obstante, quizá sea más conveniente diseñar una metodología propia para la construcción de las normas de competencia en información, lo cual constituye el objeto de esta propuesta.

1.2 Normalización

Las normas se definen como criterios aceptados o medidas de desempeño, práctica o diseño. Constituyen especificaciones técnicas consensuadas y documentadas, de carácter voluntario, elaboradas por las partes interesadas y, en todos los casos, aprobadas por un organismo reconocido. Se considera una solución a un problema común establecido por peritos confiables, y redactado por un cuerpo reconocido con el propósito de que todos puedan utilizarla (Commission de l'Océan Indien, 2000).
La normalización, por otra parte, hace referencia al conjunto de actividades destinadas a la creación de normas, es decir, a la coordinación de criterios y métodos de medición relativos a especificaciones que orientan el diseño o desempeño de un producto, servicio o práctica, que se registran en un documento de carácter esencialmente técnico, en el que se incorporan los puntos de vista de todas las partes interesadas y que está disponible al público en general.
El proceso de creación de normas se expresa como una transición del pensamiento individual al pensamiento colectivo, pasar del desorden al orden y de lo arbitrario a la legalidad (ISO, 1983). La normalización designa también la condición en la que una norma ha sido lograda o efectivamente aplicada.
La normalización ha sido una actividad permanente en la práctica profesional de la bibliotecología. Así, por ejemplo, la organización de las publicaciones en diversos soportes y formatos ha requerido de la adopción consensuada de criterios para representar de manera uniforme el contenido y el continente. Lo mismo podría decirse de la catalogación y la clasificación, que son producto de la normalización aplicada a la descripción física del documento, en combinación con la descripción de su contenido.
Los elementos utilizados en la representación simbólica de los contenidos han requerido del uso de criterios uniformes para lograr univocidad y compatibilidad. Los encabezamientos y descriptores aportan los puntos de acceso a la información y dan un cierto margen de control para que el usuario pueda decidir8 sobre el nivel de precisión o extensión en el proceso de búsqueda y recuperación de información. Los sistemas de clasificación siguen una serie de criterios para su desarrollo y responden a una lógica de organización del conocimiento que permite asignar una dirección relativa a los libros y otros documentos en las bibliotecas. Cuando se conocen los criterios descriptivos y la estructura de la clasificación utilizada en una biblioteca, se puede aplicar este conocimiento en otras, para intuir la ubicación de los documentos y encontrar aquellos que tienen una correspondencia directa con el interés del usuario. La clasificación establece relaciones de afinidad y determina una secuencia de orden.
La normalización de los registros del conocimiento y la información han demostrado su utilidad. Lo mismo podemos pensar de la normalización de las competencias en información, que son los conocimientos y las habilidades necesarios para acceder a la información, evaluarla, analizarla e incorporarla en nuestro cuerpo de conocimientos.
http://www.ask.com/videos/watch-video/norma-cnica-de-competencia-laboral-ntcl/_NLYS-qCy6exszn5CGPY4w