lunes, 11 de junio de 2012

comercio justo en mexico


El comercio justo llegó a México en la década de los ochenta. En aquellos días, el objetivo principal de este esquema comercial era lograr mejores condiciones para los productores de café que hasta entonces estaban en manos de los “coyotes” o especuladores. La perspectiva del comercio justo incluía tanto el aspecto social como el económico, a fin de resultar en una vida más digna para quienes trajababan en el campo mexicano.
Tres décadas más tarde, el comercio justo aún representa aquellos ideales. Pero además, productores, funcionarios del Gobierno y organizaciones de la sociedad civil entrevistados por Deutsche Welle en México coinciden en que el comercio justo se enfrenta a nuevos dilemas como el incremento de la productividad, el cumplimiento de normativas originadas en el exterior y, en un plano principal, los efectos del cambio climático. También hay problemas distintos según el producto del que se trate.

El café orgánico, fruto de la producción libre de pesticidas y químicos.

El caso del café
„Lo que decía el coyote lo tenías que hacer. Forzosamente uno tenía que cumplir porque si no, te podía quitar hasta tu terreno. Eso pasaba sobre todo con los abuelitos que no se sabían defender“, recuerda Francisco García, productor indígena de café en la Sierra Nororiental de Puebla, México.
El comercio justo rompió este círculo vicioso con el pago de un sobreprecio a los productores, a cambio de cumplir condiciones como el respeto a la ecología y el trato digno a los trabajadores. Tales condiciones son certificadas por organismos mexicanos como Certimex, u otros con sede en el extranjero.
Además, llenar otros requisitos implica el pago de un premio social y un premio ecológico. Tales ganancias se reinvierten en obras sociales para el beneficio de las comunidades. Un punto central es la autogestión. Ésta ha permitido que los productores mismos se hagan cargo de su desarrollo. Para ello, muchos se organizaron en cooperativas como Tosepan Titataniske, en la localidad serrana de Cuetzalan.
“Afortunadamente, el trabajo de las organizaciones ha rendido frutos”, dice Eduardo Rojo, de la asociación civil mexicana Comercio Justo. “Hoy encontramos organizaciones fortalecidas cuyos procesos van contribuyendo de manera firme a las metas que se propusieron los propios fundadores de este movimiento”, agrega.
Los problemas fundamentales, en efecto, parecen resueltos. “Hoy nos sentimos bien porque podemos decir que nuestro producto está certificado”, señala Jaime Cortés Pérez, indígena de la etnia totonaca que es productor de café en Puebla. Al producir de manera orgánica, libre de todo desecho tóxico o contaminante, Cortés y miles de productores mexicanos consiguen la certificación, que es garantía de un precio justo por su producto.

El café y la miel son pilares del comercio justo en México.

Los dilemas del comercio justo con el café hoy son otros. Uno radica en la fluctuación del precio del café. En los últimos años el precio ha oscilado entre un piso de 77.48 y un máximo superior a 200 dólares por cada cien libras.
Junto a esto aparece el reto monumental del cambio climático. Una helada ocurrida a principios de 2010 afectó gravemente la producción. “Los daños provocaron que el acopio de café cayera a los niveles de 2005”, afirma Emiliano Salazar. “A partir de esto aprendimos que es bueno prever porque el clima está cambiando de manera muy fuerte”, agrega Leonardo Durán, de Tosepan Titataniske.
El principal comprador del café producido por la cooperativa es la empresa GEPA (Casa del Comercio Justo), con sede en Wuppertal, Alemania. En 2009, Tosepan Titataniske exportó 670 sacos de café orgánico bajo condiciones de comercio justo. 62 por ciento de ese total fue adquirido por la GEPA.

Originalmente el término de «Comercio justo»1 fue empleado para circunscribir la comercialización de productos de pequeña/os productores de zonas y países marginados, bajo condiciones que fueran menos desfavorables a éstos, apoyada por la/os consumidores solidarios.
En el transcurso de las dos últimas décadas, el término Comercio Justo se ha convertido en un concepto del tipo «paraguas», que alberga muchas formas de comercialización con objetivos que rebasan el ámbito comercial mismo.
«Comercio Justo México, A.C.», a su vez, se ha empeñado en el desarrollo y la promoción de esas estrategias de Comercio Justo que ofrezcan una solución tangible a la problemática que viven cotidianamente la/os pequeños productores de México.
El «Comercio justo» no es un concepto estático. Fue creado como medio para lograr ingresos más dignos para la/os pequeños productores en aras de un proceso de desarrollo autogestivo y sustentable. El principal parámetro para la evaluación de los diferentes modelos de «Comercio justo» deberá ser, entonces, la medida en que ayuden acercar este fin.
A la/os pequeños productores el concepto de «Comercio justo» ha servido de manera importante para generar una identidad propia ante la/os consumidores, lo cual ha permitido comercializar volúmenes importantes a precios dignos.
Hoy día, en México, los pequeña/os productores2 luchan por la innovación, profesionalización y masificación de los esquemas de «Comercio justo», cuidando que no se pierda la identidad de la/os pequeños productores ante el mercado. El «Comercio justo» se erigió a partir de una brecha que fue abierta por la/os pequeños productores apoyados por la/os consumidores conscientes. Ahora la/os pequeños productores están construyendo los primeros carriles de la gran vía de «Comercio justo», como una de las pocas alternativas para la generación de perspectivas dignas.
A los pequeña/os productores no les queda otro camino. Buscan, sin embargo, aliados en esta lucha. Los principales aliados son la/os consumidores. A ésta/os, se les invita a reflexionar sobre el trasfondo social y ecológico de los productos que consumen todos los días. Se les invita a ejercer sus derechos a la información sobre estos productos y a ejercer su poder de elección. La/os consumidores tienen en el «Comercio justo» la posibilidad de practicar su poder como ciudadano fuera de los tiempos electorales del sistema político.
En este artículo haremos un recuento de la evolución del concepto de «Comercio justo» y los alcances de sus diferentes modalidades, tanto a nivel internacional, como en el marco de las actividades y estrategias de «Comercio Justo México, A.C.» No pretende agotar todas la formas de «Comercio justo» que existan, sino fungir como introducción a los éxitos y limitaciones del movimiento internacional del «Comercio justo». Creemos que es de suma importancia que se difunda en México, particularmente entre los organismos civiles y movimientos sociales, un mayor conocimiento sobre el «Comercio justo» como una arma alternativa digna para revertir procesos de destrucción económica, social, cultural y ecológica. La/os pequeños productores de este país necesitan el apoyo de todas las organizaciones civiles en la gran tarea de conscientizar al consumidor sobre el trasfondo de los productos que consumen y sobre el poder que tiene cada consumidor para cambiar el mundo comprando.
El «Comercio justo» es una respuesta a una problemática específica. Para poder hablar del sentido y la importancia del «Comercio justo» es indispensable hablar en primer lugar de la problemática que dio origen a este modo de comercialización atípica.

La problemática

La problemática comercial de la/os pequeños productores no nace con el neoliberalismo, ni con el reciente proceso de globalización económica. Los esquemas de comercialización convencional han sido construidos en la explotación de la/os pequeños productores y la/os consumidores del mundo desde tiempos inmemorables.
Actualmente la/os pequeños productores mexicanos viven una realidad comercial particularmente cruda, marcada por la enorme desigualdad entre las fuerzas del mercado. Las reglas actuales del mal llamado «libre mercado»3 hacen que pequeña/os productores mexicanos con bajos niveles de productividad pero con altos niveles de calidad, sustentabilidad social y ecológica tengan que competir en el mercado con productores y comercializadores extranjeros y/o transnacionales con altos niveles de productividad y bajos niveles de calidad, sustentabilidad social y ecológica.
Aunado a esto, en el actual contexto comercial global, los precios de muchos productos que producen la/os pequeños productores mexicanos han ido perdiendo la relación directa entre su valor intrínseco, es decir, su costo integral de producción4. Este sistema se ha justificado por la supuesta autorregulación de la oferta en respuesta a la demanda. Este precepto de la autorregulación no toma en cuenta el efecto distorsionador de la especulación, ni el control del mercado por fuertes empresas de intermediación, ni el carácter «inflexible»5 de la economía de la/os pequeños productores.
En la medida en que la/os pequeños productores se vean obligados a participar en el mercado bajo estas reglas y realidades, tienen que buscar formas diferentes de llevar sus productos a la/os consumidores y obtener condiciones comerciales justas para sus productos.
El tema comercial cobra suma importancia si consideramos que una recompensa justa del trabajo de la/os pequeños productores les permite obtener ingresos dignos y responsabilizarse de su propio proceso de desarrollo. Sin soluciones a la problemática comercial, a los productores les quedan pocas opciones.
Algunos optan por apostarle a la vía política e incluso la político-militar (movimientos guerrilleros) para tratar de encontrar una solución a sus problemas6.
Muchos productores que han visto perder las perspectivas para la sobrevivencia digna en sus regiones optan por la migración para convertirse en mano de obra explotada en otras regiones del país o en los Estados Unidos, con todas las consecuencias que de ahí se derivan.
Una muestra de la gravedad de la situación actual es el reciente auge de la migración en zonas tradicionalmente con un índice muy bajo de migración; particularmente las zonas cafetaleras de Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Puebla, Veracruz y otros estados que tienen una fuerte presencia de pequeña/os productores de café.

El origen del comercio justo

Podemos distinguir en diferentes fases, conceptos y modalidades de «Comercio justo» que se han presentado en el pasado.

El inicio: Las «Organizaciones de Comercio Alternativo» y las «Tiendas del Tercer Mundo»

En las décadas de los años sesenta, setenta y ochenta del siglo veinte, se gestaba un mercado con diferentes adjetivos: «alternativo», «solidario», «equitativo» o «justo». Se trataba regularmente de organismos civiles (las llamadas «OCA»7) en los países occidentales que habían incurrido en la comercialización de productos de pequeña/os productores de países con alto grado de marginación. Estos productos, de múltiples marcas8, se comercializaban generalmente a través de las llamadas «Tiendas del Tercer Mundo». Se trataba igualmente de café de Nicaragua, té de la India o artesanía mexicana.
Este tipo de comercialización fue el primer intento por promover en el consumidor una actitud de responsabilidad social y económica hacia el productor y su problemática. Las tiendas funcionaban muchas veces con personal voluntario altamente motivado. Sin embargo el sistema tenía muchas limitaciones en cuanto a su significado como instrumento de distribución. En el caso del café, el volumen que se lograba colocar en el mercado a través de estas tiendas era mínimo en el contexto del mercado de café en general y de los niveles de producción de la/os pequeños productores involucrados. Las posibilidades de ampliación de este mercado eran muy limitadas considerando la limitada red de distribución y la imagen de mala calidad que tenía la mayoría de sus marcas.

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