El comercio justo llegó a México en la década de los ochenta. En
aquellos días, el objetivo principal de este esquema comercial era
lograr mejores condiciones para los productores de café que hasta
entonces estaban en manos de los “coyotes” o especuladores. La
perspectiva del comercio justo incluía tanto el aspecto social como el
económico, a fin de resultar en una vida más digna para quienes
trajababan en el campo mexicano.
Tres décadas más tarde, el comercio justo aún representa aquellos
ideales. Pero además, productores, funcionarios del Gobierno y
organizaciones de la sociedad civil entrevistados por Deutsche Welle en
México coinciden en que el comercio justo se enfrenta a nuevos dilemas
como el incremento de la productividad, el cumplimiento de normativas
originadas en el exterior y, en un plano principal, los efectos del
cambio climático. También hay problemas distintos según el producto del
que se trate.
El café orgánico, fruto de la producción libre de pesticidas y químicos.
El caso del café
„Lo que decía el coyote lo tenías que hacer. Forzosamente uno tenía
que cumplir porque si no, te podía quitar hasta tu terreno. Eso pasaba
sobre todo con los abuelitos que no se sabían defender“, recuerda
Francisco García, productor indígena de café en la Sierra Nororiental de
Puebla, México.
El comercio justo rompió este círculo vicioso con el
pago
de un sobreprecio a los productores, a cambio de cumplir condiciones
como el respeto a la ecología y el trato digno a los trabajadores. Tales
condiciones son certificadas por organismos mexicanos como Certimex, u
otros con sede en el extranjero.
Además, llenar otros requisitos implica el pago de un premio social y
un premio ecológico. Tales ganancias se reinvierten en obras sociales
para el beneficio de las comunidades. Un punto central es la
autogestión. Ésta ha permitido que los productores mismos se hagan cargo
de su desarrollo. Para ello, muchos se organizaron en cooperativas como
Tosepan Titataniske, en la localidad serrana de Cuetzalan.
“Afortunadamente, el
trabajo
de las organizaciones ha rendido frutos”, dice Eduardo Rojo, de la
asociación civil mexicana Comercio Justo. “Hoy encontramos
organizaciones fortalecidas cuyos procesos van contribuyendo de manera
firme a las metas que se propusieron los propios fundadores de este
movimiento”, agrega.
Los problemas fundamentales, en efecto, parecen resueltos. “Hoy nos
sentimos bien porque podemos decir que nuestro producto está
certificado”, señala Jaime Cortés Pérez, indígena de la etnia totonaca
que es productor de café en Puebla. Al producir de manera orgánica,
libre de todo desecho tóxico o contaminante, Cortés y miles de
productores mexicanos consiguen la certificación, que es garantía de un
precio justo por su producto.
El café y la miel son pilares del comercio justo en México.
Los dilemas del comercio justo con el café hoy son otros. Uno radica
en la fluctuación del precio del café. En los últimos años el precio ha
oscilado entre un piso de 77.48 y un máximo superior a 200 dólares por
cada cien libras.
Junto a esto aparece el reto monumental del cambio climático. Una
helada ocurrida a principios de 2010 afectó gravemente la producción.
“Los daños provocaron que el acopio de café cayera a los niveles de
2005”, afirma Emiliano Salazar. “A partir de esto aprendimos que es
bueno prever porque el clima está cambiando de manera muy fuerte”,
agrega Leonardo Durán, de Tosepan Titataniske.
El principal comprador del café producido por la cooperativa es la
empresa
GEPA (Casa del Comercio Justo), con sede en Wuppertal, Alemania. En
2009, Tosepan Titataniske exportó 670 sacos de café orgánico bajo
condiciones de comercio justo. 62 por ciento de ese total fue adquirido
por la GEPA.
Originalmente el término de «Comercio justo»
fue empleado para circunscribir la comercialización de
productos de pequeña/os productores de zonas y países
marginados, bajo condiciones que fueran menos desfavorables a éstos,
apoyada por la/os consumidores solidarios.
En el transcurso de las dos
últimas décadas, el término Comercio Justo se ha
convertido en un concepto del tipo «paraguas», que
alberga muchas formas de comercialización con objetivos que
rebasan el ámbito comercial mismo.
«Comercio Justo México, A.C.», a su vez, se ha
empeñado en el desarrollo y la promoción de esas
estrategias de Comercio Justo que ofrezcan una solución
tangible a la problemática que viven cotidianamente la/os
pequeños productores de México.
El «Comercio
justo»
no es un concepto estático.
Fue creado como medio para lograr ingresos más dignos para
la/os pequeños productores en aras de un
proceso de desarrollo
autogestivo y sustentable. El principal parámetro para la
evaluación de los diferentes modelos de «Comercio
justo»
deberá ser, entonces, la
medida en que ayuden acercar este fin
.
A la/os
pequeños productores el concepto de «Comercio
justo» ha servido de manera importante
para generar una identidad propia ante la/os consumidores, lo cual ha
permitido comercializar volúmenes importantes a precios
dignos.
Hoy día,
en México, los pequeña/os productores
luchan por la innovación, profesionalización y
masificación de los esquemas de «Comercio
justo»
, cuidando que no se pierda la
identidad de la/os pequeños productores ante el mercado. El
«Comercio
justo»
se erigió a partir de una
brecha que fue abierta por la/os pequeños productores apoyados
por la/os consumidores conscientes. Ahora la/os pequeños
productores están construyendo los primeros carriles de la
gran vía de «Comercio
justo», como una de las pocas alternativas para la
generación de perspectivas dignas.
A los pequeña/os productores no les queda otro camino.
Buscan, sin embargo, aliados en esta lucha. Los principales aliados
son la/os consumidores. A ésta/os, se les invita a reflexionar
sobre el trasfondo social y ecológico de los productos que
consumen todos los días. Se les invita a ejercer sus derechos
a la información sobre estos productos y a ejercer su poder de
elección. La/os consumidores tienen en el «Comercio
justo»
la posibilidad de practicar su
poder como ciudadano fuera de los tiempos electorales del
sistema
político.
En este artículo haremos un recuento de la evolución
del concepto de «Comercio
justo»
y los alcances de sus diferentes
modalidades, tanto a nivel internacional, como en el marco de las
actividades y estrategias de «Comercio
Justo
México,
A.C.» No pretende agotar todas la formas de «Comercio
justo»
que existan, sino fungir como
introducción a los éxitos y limitaciones del movimiento
internacional del «Comercio
justo»
. Creemos que es de suma importancia
que se difunda en México, particularmente entre los organismos
civiles y movimientos sociales, un mayor conocimiento sobre el
«Comercio
justo»
como una arma alternativa digna
para revertir procesos de destrucción económica,
social, cultural y ecológica. La/os pequeños
productores de este país necesitan el apoyo de todas las
organizaciones civiles en la gran tarea de conscientizar al
consumidor sobre el trasfondo de los productos que consumen y sobre
el poder que tiene cada consumidor para
cambiar
el mundo comprando.
El «Comercio justo»
es una respuesta a una problemática específica.
Para poder hablar del sentido y la importancia del «Comercio
justo»
es indispensable hablar en primer lugar de
la problemática que dio origen a este modo de comercialización
atípica.
La problemática
La problemática comercial de la/os pequeños
productores no nace con el neoliberalismo, ni con el reciente proceso
de globalización económica. Los esquemas de
comercialización convencional han sido construidos en la
explotación de la/os pequeños productores y la/os
consumidores del mundo desde tiempos inmemorables.
Actualmente la/os pequeños productores mexicanos viven una
realidad comercial particularmente cruda, marcada por la enorme
desigualdad entre las fuerzas del mercado. Las reglas actuales del
mal llamado «libre mercado»
hacen que pequeña/os productores mexicanos con bajos niveles
de productividad pero con altos niveles de calidad, sustentabilidad
social y ecológica tengan que competir en el mercado con
productores y comercializadores extranjeros y/o transnacionales con
altos niveles de productividad y bajos niveles de calidad,
sustentabilidad social y ecológica.
Aunado a
esto, en el actual contexto comercial global, los precios de muchos
productos que producen la/os pequeños productores mexicanos
han ido perdiendo la relación directa entre su valor
intrínseco, es decir, su costo integral de producción.
Este sistema se ha justificado por la supuesta autorregulación
de la oferta en respuesta a la demanda. Este precepto de la
autorregulación no toma en cuenta el efecto distorsionador de
la especulación, ni el control del mercado por fuertes
empresas de intermediación, ni el carácter
«inflexible»
de la economía de la/os pequeños productores.
En la medida en que la/os pequeños productores se vean
obligados a participar en el mercado bajo estas reglas y realidades,
tienen que buscar formas diferentes de llevar sus productos a la/os
consumidores y obtener condiciones comerciales justas para sus
productos.
El tema comercial cobra suma importancia si consideramos que una
recompensa justa del trabajo de la/os pequeños productores les
permite obtener ingresos dignos y responsabilizarse de su propio
proceso de desarrollo. Sin soluciones a la problemática
comercial, a los productores les quedan pocas opciones.
Algunos optan por apostarle a la vía política e
incluso la político-militar (movimientos guerrilleros) para
tratar de encontrar una solución a sus problemas.
Muchos productores que han visto perder las perspectivas para la
sobrevivencia digna en sus regiones optan por la migración
para convertirse en mano de obra explotada en otras regiones del país
o en los Estados Unidos, con todas las consecuencias que de ahí
se derivan.
Una muestra de la gravedad de la situación actual es el
reciente auge de la migración en zonas tradicionalmente con un
índice muy bajo de migración; particularmente las zonas
cafetaleras de Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Puebla, Veracruz y otros
estados que tienen una fuerte presencia de pequeña/os
productores de café.
El origen del comercio justo
Podemos distinguir en diferentes fases, conceptos y modalidades de
«Comercio justo»
que se han presentado en el pasado.
El inicio: Las «Organizaciones de Comercio Alternativo»
y las «Tiendas del Tercer Mundo»
En las décadas de los años
sesenta, setenta y ochenta del siglo veinte, se gestaba un mercado
con diferentes adjetivos: «alternativo», «solidario»,
«equitativo» o «justo». Se trataba
regularmente de organismos civiles (las llamadas «OCA»)
en los países occidentales que habían incurrido en la
comercialización de productos de pequeña/os productores
de países con alto grado de marginación. Estos
productos, de múltiples marcas,
se comercializaban generalmente a través de las llamadas
«Tiendas del Tercer Mundo». Se trataba igualmente de café
de Nicaragua, té de la India o artesanía mexicana.
Este tipo de comercialización fue el primer intento por
promover en el consumidor una actitud de responsabilidad social y
económica hacia el productor y su problemática. Las
tiendas funcionaban muchas veces con personal voluntario altamente
motivado. Sin embargo el sistema tenía muchas limitaciones en
cuanto a su significado como instrumento de distribución. En
el caso del café, el volumen que se lograba colocar en el
mercado a través de estas tiendas era mínimo en el
contexto del mercado de café en general y de los niveles de
producción de la/os pequeños productores involucrados.
Las posibilidades de ampliación de este mercado eran muy
limitadas considerando la limitada red de distribución y la
imagen de mala calidad que tenía la mayoría de sus
marcas.